miércoles, 27 de mayo de 2015

contra el perro
Hace dos meses, más o menos, la fotógrafa colombiana Lineyl Ibáñez y un grupo de estudiantes de Diseño de la Universidad Jorge Tadeo Lozano lanzaron una campaña en contra del reguetón. Su propósito, según explicó la profesora en su cuenta de Facebook, era criticar “los contenidos de las canciones que solo dejan a las mujeres como objetos sexuales” y ponerle un tatequieto a esos videos donde aparecen como “símbolos de degradación y lascivia”.
Aunque no le faltaron detractores, la campaña rápidamente se volvió viral, en poco tiempo obtuvo más de 20.000 likes y tuvo eco en muchísimos medios fuera de Colombia. El portal Infobae por ejemplo dijo que las cuatro fotografías de la campaña eran “impactantes”, el agregador de noticias Pulzo celebró que a través de ellas se atacara el contenido misógino de las letras y hasta el muy circunspecto periódico Excélsior de México aplaudió que alguien se fuera “duro contra el perreo”.
En esta revista pensamos algo distinto: que la campaña no solo es pueril y conceptualmente problemática, sino que jamás cumplirá su objetivo de dizque “crear conciencia”.
Para comenzar, el eslógan en que se apoya sirve a propósitos contradictorios. “Usa la razón, que la música no degrade tu condición” es una frase que pudieran reclamar para sus propios intereses los enemigos de cualquier ritmo musical. En los años cuarenta, cuando la cumbia empezaba a tomarse los grilles bogotanos, el fundador del Gimnasio Moderno escribió un escandalizado artículo sobre los bailes juveniles que, en su opinión, carecían de propiedad y decoro. Don Agustín Nieto Caballero sostenía que para bailar los mapalés de Lucho Bermúdez “no era necesario, e incluso podría ser inconveniente, tener la mente sana”. Al ilustre pedagogo le preocupaba que ese “ritmo de negros” degradara la respetabilidad de los bogotanos, de igual forma que hace unos años a los fundadores del Frente Antimerengue les preocupaba que la música dominicana pervirtiera el buen oído de los salseros y de igual modo que hoy en día a los pastores evangélicos les preocupa que el heavy metal erosione la moral de los niños en los barrios populares.
La idea madre de la campaña –leer e ilustrar literalmente la letra de las canciones reguetoneras– no es menos problemática. Si uno se la tomara en serio, y la aplicara a los demás géneros, acabaría obligado a emitir boletas de captura y citaciones a la Fiscalía para un número altísimo de cantantes y compositores. A la señora Ibáñez y a sus alumnos de la Tadeo los trasnocha que Arcángel diga en “Bellaquera” “Si fueras un clavo / y yo un martillo / quisiera clavarte” porque eso (supuestamente) exacerba la violencia en contra de las mujeres. Pero ¿qué harían con las Hermanitas Calle, intérpretes del famoso “Aguacate”, una de cuyas estrofas dice: “Si no me querés / te corto la cara / con una cuchilla / de esas de afeitar / el día de la boda / te doy puñaladas / te arranco el ombligo / y mato tu mamá”? ¿O con el Joe Arroyo, que en su primera etapa cantaba cosas tan espeluznantes como “¡¡¡matalá, matalá, matalá!!! / no tiene corazón esa mujer”? Sí, ¿qué harían? ¿Acusarlos de fomentar las lesiones personales e incitar al uxoricidio?
Una de las características de la buena educación es enseñar a distinguir lo literal de lo figurado. Hasta se podría decir que las personas inteligentes son aquellas que saben cuándo tomarse algo al pie de la letra y cuándo interpretarlo en su sentido metafórico. Tal vez esta fallida campaña en contra del reguetón nos deje en claro por qué las pruebas Pisa nos relegan siempre a los últimos lugares.
maestros de dudosa ortografia
Cuando fui maestro de lengua española, todavía lo recuerdo con dolor en el alma, una colega me corrigió dos errores que cometí en el tablero: había escrito jesuita con tilde (jesuíta) y también le había puesto tilde al pronombre ti (tí). Jamás olvidaré esas correcciones. Hay palabras de ortografía tan rara que uno apenas se las aprende si llega a quebrarse el huesito de la alegría: cóccix. Y otras tan contra-intuitivas que hay que ser hijo de médico para sabérselas: torácico, aunque se diga tórax; o absorber, que uno tiende a cruzar con absolver, y se le puede ir la V. Hay que escribir con el diccionario abierto.
 
 Es tanta mi manía que no hace mucho tiempo me granjeé (acabo de consultar y sí, es con J) la enemistad de una ministra del despacho de Santos. No, no es la de educación. A raíz de una crítica que hice a la misa que le hicieron aquí a García Márquez, con cardenal a bordo, recibí de ella una carta muy molesta. No me importó la molestia, pero sí las faltas de ortografía (en una comunicación oficial), y se las señalé. Me contestó aún más furiosa que esas faltas las había cometido su secretaria. Con tan mala suerte que en la nueva carta había otras fallas, que volví a mostrarle. En fin, la ministra, desde entonces, no me quiere mucho.
 
Empezó a preocuparme la ortografía de los maestros en huelga desde que vi las pancartas de la marcha. No daban pie con bola. Leí también un cartel con buena ortografía, pero homófobo: “Ministra, la educación está como su situación sexual: pura mamadera de gallo”. La mala ortografía y la homofobia me parecían normales en una manifestación de ganaderos, digamos de Fadegán, ¿pero de maestros?
 
Había que oír también la manera de hablar de algunos líderes de Fecode: descompuestos, amenazantes. No parecían maestros (razonables, serenos, cargados de argumentos) sino agitadores. No sabían cómo explicar que el 78% de los educadores no superaran las evaluaciones para poder ascender en el escalafón. ¿Esos eran los líderes de la más hermosa de las profesiones, de la más importante? No tenían voz de profesor, sino de vociferador. Agitadores de masas, resentidos de la lucha de clases (como si un maestro no perteneciera a la clase más eximia). Por líderes así es que la misma profesión no recobra su antiguo lustre: no defienden el ideal de una gran vocación, sino que se acogotan por intereses.
 
Harto de tanta bulla y de tantas consignas arrogantes y sin tildes, solidario con los padres trabajadores que tuvieron que dejar a los niños solos en la casa durante casi 20 días, me atreví a cuestionar por Twitter el ya largo y vociferante paro de los maestros. Quién dijo miedo. Por esos 120 caracteres me cayeron de inmediato toneladas de insultos. A esa gavilla furibunda no le habría prestado atención, si no hubiera sido por la pésima ortografía.
 
Les contesté: “A juzgar por la redacció n de los maestros que me responden, deberían examinarse al menos en gramática y ortografía”.  Ahí creció aún más la lluvia de denuestos. Me dediqué, entonces, entre en serio y en broma, a darles un cursillo rápido de gramática y ortografía (gratis); más les hacía correcciones y más se enfurecían. La rabia es mala consejera y sus tuits caían cada vez más al nivel de la pocilga léxica y la ortografía maloliente. Yo era, se supone, “rasista y clacista” (sic) por corregirlos. Mi padre, por supuesto, se revolcaba en la tumba de “verguenza” (re-sic) por el hijo “fasista” (recontra-sic).
 
Escribían frases como: “Así nunca abra buena educación”. Y yo les decía: no sé qué está abriendo. “Ese aumento salarial es una farza” y yo tenía la tentación de obligarlos a aprenderse de memoria los versos ortográficos de Marroquín. En fin, por corregirle la ortografía, me odiaba antes una ministra; ahora buena parte del gremio de los maestros, por lo mismo. Pero lo volvería a hacer.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Realmente, lo que llamamos Proyecto Genoma es el término con el que designamos una serie de diversas iniciativas para conocer al máximo detalle los genomas no sólo de humanos, sino de una variedad de organismos modelo 'de todos los dominios de la vida, todo lo cual se espera que dé un impulso tremendo en el conocimiento de los procesos biológicos, de la fisiología y patología de los seres humanos, y que se traducirá en un sin numero de aplicaciones técnicas e industriales (farmacológica) en espacios como el diagnóstico y terapia de patologías, biotecnologías y en la robótica, entre otras Por 1985 la metodología del ADN recombinante y sus técnicas asociadas (transformación artificial, vectores de clonación, enzimas de restricción, de células eucariotas y procariotas, bibliotecas de genes, secuenciación, genética reversa, PCR.) habían alcanzado una madurez suficiente como para que se planteara la posibilidad de generar un proyecto coordinado por las potencias mundiales (Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Alemania) de caracterización detallada del genoma humano y de genomas de una serie de otros microorganismos. Los cromosomas contienen aproximadamente 80.000 genes, los que desenrollados pueden alcanzar en cada célula 1,60 mts de longitud, ellos son los responsables de generar y determinar la herencia.